viernes, 27 de septiembre de 2013

EL MISTERIO DE ASUNTA

Asunta murió en occidente que es donde muere el sol. Su luz no han conseguido derribarla. Su azulada foto espectral adquiere un sentido extraño e inquietante. Tal vez vague ya por el parque en forma imprevista y difícil de reconocer. Hay en toda esta historia demasiados elementos raros y misteriosos.
Hasta los abogados defensores renuncian a defender a los presuntos homicidas que no son otros que sus padres. De momento no hay móvil. Tal vez en unos días se confirme que detrás de todo este trágico hecho había un motivo económico pero de momento de ello no hay constancia. Yo me quedo inmerso en su blog, en su historia de fantasmas, en su foto de luz irreal. Tal vez ahí es donde empieza y acaba el misterio. Una mente como la de Asunta debía albergar demasiadas cosas que se escapan al común de todos nosotros. Debería saber cosas inconfesables, debió hilar demasiadas circunstancias que la pusieron en peligro. El problema es que una niña de doce años no tiene solvencia de cara al mundo de los adultos. Sus temores son fantasías, sus inquietudes, chiquilladas. Conectar con un ser así no es fácil. En su entorno debió de sentirse absolutamente sola y se entregó de lleno a sus cuentos macabros.




 La investigación trata de aclarar a posteriori todos los hechos o al menos eso pretende. A priori nadie pudo ver lo que ocurría en su entorno. Se ha hecho una autopsia sobre su cuerpo. Se debería  haber hecho una autopsia sobre su mente. Matar a un hijo es algo imposible de asumir por la mayor parte de seres humanos. En este caso cuando aún no está claro el móvil se me antoja que de no mediar razones económicas, los motivos tienen que ser igual de oscuros que la manera de ejecutar el homicidio. Abogada y periodista. Dos profesiones de servicio a los demás.  Recuerdo aquella frase..el mal anida en el hombre...da igual su condición. No imagino a ninguno de ellos tapando la boca y la nariz de una niña de doce años y menos si es tu hija. No lo imagino pero estoy seguro que la guardia civil no los ha detenido en vano, que el juez no los ha enviado a prisión sin evidencias claras y palmarias. Y ¿por qué callar? No declarar ante el juez es asumir los hechos. Dejar que el silencio responda a tantas preguntas sin respuesta es una declaración de culpabilidad. Aún está muy cerca el caso Bretón. Los ecos de Ruth y José se mezclan con los de Asunta. Todo execrable. Allí conocíamos una causa. Aquí aún la ignoramos.

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