El suspense se está convirtiendo en una táctica usada por aquellos que han cometido graves delitos contra la vida de las personas. Para no remontarnos muy atrás el caso de Marta del Castillo es una sucesión continua de episodios de suspense. Día tras día la opinión pública se pregunta qué hicieron sus asesinos con el cuerpo de la adolescente y día tras día sigue sin encontrar respuesta. También se lo preguntan la policía, los jueces, los fiscales y , por supuesto, su familia, la única interesada de verdad en saber que hicieron con ella. No creo que en este caso todo esto fuera premeditado. Mas bien las excelencias del suspense las fueron descubriendo los encausados según iban transcurriendo los acontecimientos. El saber la verdad de algo que ha sucedido y que todo el mundo quiere conocer da poder o al menos debe estimular la autocomplacencia, el autoengaño; un miserable se debe de sentir muy a gusto en ese juego. He oído infinitas veces a muchas personas preguntarse por el destino de la joven. Es un caso que ha calado entre la gente. ¡Si me lo dejaran a mi ya verías que pronto hablarían..¡ Probablemente todos los que así hablan se refieren a la tortura, a las prácticas inquisitoriales...Me sorprende lo fácil que es olvidar los derechos conseguidos. Que la policía no te pueda pegar, que los jueces no puedan encarcelarte sin motivo. Creo que las tácticas están equivocadas. No habría que montar tanto circo mediático en torno a todos estos infraseres que gozan cuando una cámara les persigue, incluso salen a la calle con su nuevo lok desafíante, como es el caso del sevillano Samuel. Habría que revisar algunos métodos de investigación. El ser humano ha evolucionado y en muchos casos no para bien. Su comportamiento empieza a escaparse de los estereotipos clásicos de los delincuentes. La sociedad está cada vez mas enajenada.
Igual de enigmático está resultando el caso de José Bretón, el padre de los dos niños desaparecidos en Córdoba y encarcelado por este motivo. La dosificación del suspense que está haciendo es de matricula de honor. La puesta en escena resultó de lo mejor que se ha visto en el mundo de los sucesos. No se ha derrumbado. No ha llorado. Se muestra como un loco y a veces como una pobre víctima, como un hombre enamorado y como un resentido. Nadie sabe a ciencia cierta a qué atenerse con él. ¿habrá matado a los niños, los tendrá ocultos en algún sitio con algún cómplice, lo hará por despecho contra su mujer que le dejó, o será inocente, un pobre diablo que se ha vuelto loco? Todos contribuyen a este drama del suspense. La policía, los medios de comunicación, su abogado, la familia materna...Tal vez esta última no querría de ningún modo hacerlo, pero el suspense atrapa ya a todo el mundo...¿no tendrá nada que ver la madre, por qué ha ido a visitarle a la cárcel? y ahora...¿por qué pegan carteles en Portugal? En Portugal también vivimos unos meses de mucho suspense con la desaparición de la niña británica Madeleine...Después de tantas conjeturas, el destino de la niña sigue siendo incierto, no ha aparecido. Sus padres volvieron al Reino Unido y aquel suspense se fue debilitando en la opinión pública ávida de nuevas entregas...Por no hablar del niño canario Jeremy que desapreció de la faz de la tierra, por las mismas fechas que la pequeña británica, sin que nadie haya podido averiguar nada certero....
No todos los casos son iguales. Cierto es. Pero tanto suspense sin respuestas me lleva a preguntarme que es lo que falla en todos estos casos y en otros tantos...Y yo creo que falla el método. ¿era conveniente encerrar a José Bretón? Probablemente. Pero a lo mejor no era lo mas acertado para resolver el enigma del paradero de sus hijos. Ahora, en su locura o en su no-locura, tiene una herramienta de poder descomunal. El sabe. Es el centro de atención. Tal vez por primera vez en su vida, todo el mundo le pregunta, quiere saber de él. Por eso juega con todos, con policías, jueces, medios de comunicación y con su mujer. Ha descubierto lo vulnerable que es todo. Y a lo mejor le gusta el juego. Quizás, en vez de encarcelarle, una vigilancia exhaustiva las 24 horas al día sin que él se percatara junto con un apagón informativo hubiesen conducido a alguna pista más sólida. Cumplir los plazos y las exigencias de la ley es el reglamento.Alimentar a los medios de comunicación ya es casi una necesidad. Pero, a veces, ese reglamento, ese protocolo de actuación, ese alimento informativo impiden conocer la verdad de los asuntos. Y aquí no nos interesan las formas, sino el fondo: la vida de dos pequeños sometidos al suspense de su padre.Y de la opinión pública.
miércoles, 4 de enero de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es acertado y clarificador.
ResponderEliminar