sábado, 1 de agosto de 2009

ALCOHÓLICOS ADOLESCENTES

De momento les salva su juventud, su higado aún pletórico y con ganas de trabajar. Es cuestión de tiempo. La resaca del alcohol se lleva algo más que un dolor de cabeza. La verdad es que uno siente tristeza al ver como se escenifica cada noche uno de los mayores fracasos sociales en cualquier pueblo del interior o de costa, en cualquier ciudad, en cualquier barrio. Hemos convertido a nuestros adolescentes en alcohólicos y parece que no queremos darnos cuenta. Si hay dinero asaltan los tugurios, las macrodiscotecas, los megapubs. Si no lo hay, se recurre al botellón y listos. Una cosa que me sorpende: los jóvenes aparcan sus coches en un lugar cercano al pub o a la discoteca a la que van a asistir. Como sólo les da para pagar la entrada, y eso, por lo general, implica sólo una copa, se azufran antes con botellas compradas en supermercados. Instalan el pre-bar en el aparcamiento. Se sirven ellos mismos a discreción. Ya cociditos, pueden soportar mejor los precios prohibitivos del local en cuestión. ¿tanta necesidad hay de azufrarse antes? Creo que eso es una enfermedad. En su conocimiento de la bebida, uno piensa que puede beber mas o menos en función de las circunstancias, si se lo pasa bien, mejor o mal. Sería absurdo llegar ya borracho a una cita de amor, a un encuentro entre amigos. Es mejor que las circunstancias nos seduzcan. Aqui ya es todo lo contrario. Uno se azufra a la espera de lo que pase. Y , por lo general, no pasa nada. Sólo la erosión permanente del higado, el abigarramiento de la piel, las risas vacías de noches y noches que van despojando de luz al rostro. No estoy en contra de la embriaguez, asunto incardinado en general en todas las culturas. Estoy a favor de la trasgresión si eso nos hace crecer, estoy a favor del delirio si nos rompe mecanismos mentales, estoy a favor de la armonía si eso nos hace acercarnos a los demás...etc Pero no se me ocurre que todo eso acontezca cuando uno se azota deliberadamente para autoaniquilarse, para disasociarse en la nada, para buscar el vacío con el que llegar a la cama y descansar de tan dura pelea con el alcohol. Somos un país de bebedores, pero no hemos sabido explicar nada a nuestros adolescentes. Son, de alguna forma, nuestro producto. Creo que el monstruo está sin control, por muchos controles de tráfico que ponga el ministerio de interior.- De las drogas, hablaremos en otra ocasión.

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