Muchas veces los informes coinciden con la realidad. Viniendo por la espectacular carretera de Carboneras a Mójacar hallé una gran frustración. Estaba acostumbrado a que cuando cogía una recta, ya pasado el puerto y giraba levemente a la derecha para encontrarme con la playa de Macenas, el mar se me apareciera de pronto majestuoso, profundamente azul, refrescando el calor que azota esas sierras en los meses de verano. A alguien - alcalde, concejales, junta de Andalucía- se le ha ocurrido la maravillosa idea de edificar una mole de cemento colindando con la playa, de modo y manera que ahora cuando cojo esa recta y tuerzo levemente a la derecha lo que encuentro es un esqueleto de hormigón que tapa la mirada hacia el mar y que se extiende durante cientos de metros. Según un informe de Greempeace es muy posible que en pocos años tapemos totalmente la vista del mar. Hay zonas en España en las que se han urbanizado mas del sesenta y el setenta por ciento de nuestras playas. Quiere decirse que para asomarnos al mar tendremos que sortear un laberinto de cemento y que las futuras generaciones no sabrán ya nunca lo que es buena parte del paisaje mediterráneo. Eso si, seguiremos gozando en la prensa de fabulosas detenciones de alcaldes, concejales, empresarios y constructores corruptos que nos deleitarán la sobremesa con los telediarios. Es tal el abandono del pueblo español hacía su propia naturaleza que a ningún paisano parece preocuparle este hecho dramático reflejado en un contundente informe de la ong.
Pero yo les diría que hay vida después del fútbol y que merece la pena alzar la voz para defender nuestra naturaleza, nuestras playas, nuestras montañas. Dejenme que me ría de todos esos alcaldes, diputados y miembros de gobiernos autónomos o centrales que han consentido tamaña monstruosidad. Se construyen casas para que habite el vacío en ellas. Encima , para mas coña, tenemos un problema muy serio con la vivienda. Es un país de locos. Si el parque inmobiliario se correspondiera con la población deberíamos de ser mas de ciento veinte millones de españoles. Pero somos unos cuarenta y cinco y , ya digo, muchos sin casa. No creo tampoco en la justicia histórica, pero deseo que tarde o temprano salga una generación de jóvenes valientes, racionales y emocionales que supriman tanto ladrillo a base de dinamita, quiero decir, demoliciones controladas, ordenadas por un buen gobierno y que algún día se me restituya esa visión del mar al coger la carretera recta hacia Mójacar y doblar un poco a la derecha. Si no lo veo yo...al menos me daré por satisfecho si nadie tiene que volver a escribir sobre tanta barbarie.
lunes, 19 de julio de 2010
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Es verdad, la situación ¡clama al cielo!. Por un lado, parece que es una de las consecuencias del bien o mal llamado estado de bienestar , el que estemos como dormidos, anestesiados, mayoritariamente, y de este modo, la corrupción, los especuladores inmobiliarios, movidos por la codicia patológica, van ganando terreno a gran velocidad. Que esto suceda, es motivo de tristeza y debería ser de alarma, pero peor aún es que nos quedemos parados, dejando que ocurra. Por otra parte, otro de los errores que cometemos, es considerarnos los reyes de esta tierra y pensar que tenemos el derecho a decidir el futuro, y no nos preocupamos por los problemas que causamos a otros organismos y no nos importa nada lo que hacemos con otras especies o con el entorno. Es un error trágico con consecuencias potencialmente peligrosas, si reconociéramos que todos somos una especie unificada y que tenemos menos poder del que creemos, todo iría mejor, dicen los que más saben sobre el tema. Tenemos obligación de transmitir este mensaje a las nuevas generaciones y de esta manera frenar y parar en seco lo que está sucediendo e incluso llevar a cabo las demoliciones controladas para no privarnos de las maravillosas vistas es una buenísima idea... Para eso tenemos que despertar de nuestro letargo, desperezarnos y tomar medidas practicas eficaces. Finalmente, también sabemos que la naturaleza puede ser "extremadamente bella", dice Tintoré, "y al mismo tiempo devastadora", pero eso sería otra historia...
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