domingo, 6 de mayo de 2012
JAQUE AL REY
Diego Torres. El enigma. Su vida no valdría nada en otras latitudes. Su cuerpo hubiese aparecido muerto en extrañas circunstancias pero la autopsia revelaría, sin duda, que su muerte se había producido por causas naturales. Sorprendente. Un excelente profesor de negocios tiene en jaque a la monarquía. Salvó del naufragio -¿nos los creemos?-de los registros un ordenador destinado a la papelera en el que se encuentran las claves de todo este asunto turbio donde se han cruzado demasiadas líneas, fronteras difusas entre lo privado y lo público, entre la recomendación y el abuso, entre el robo y la indecencia. Un cóctel de demasiados nombres que cuestiona todo nuestro estado, la forma de considerar lo público, la administración de los políticos, la puerta abierta a todo tipo de corrupciones. Todos bordean el asunto principal de esta patética historia, por otra parte tan común en España en los últimos siglos. Ahora todos se encuentran en un callejón si salida. La opinión pública acecha. No es buen momento para mirar hacia otro lado. España ha pasado a ser un país de pobres. La justicia - esa que es igual para todos- tiene que seguir con su venda, aunque de vez en cuando se la quite para saber a quien está juzgando. Y no da crédito. Torres engañó a Urdangarin. Pobrecito. Le robó. Administraba las empresas sin consultar a nadie. El fue quien pergeñó la trama evasora de dinero. Esa estrategia parece hacer aguas. Un fallo de su defensa. O de alguien más. No se sostiene ante el sumario. Como tampoco el primer intento de defender el honor. Imposible. Las pruebas son abrumadoras. Ahora ya se trata de reconocer la culpabilidad, aceptar un pacto, pagar lo menos posible y evitar la cárcel. Sobre todo evitar el juicio. Escarnio público a la monarquía.
Pero Torres quieren que le paguen su parte. Ya no tiene dinero. Está arruinado física y moralmente. No va a aceptar ser el malo de la película. Acorralado junto a su mujer. A diferencia de la mujer de Urdangarin que tan siquiera va a ser llamada a declarar y que ,junto al duque ,disfruta de una vida sin estrecheces. Esos e-mails tan comprometedores son su única tabla de salvación. Los vende al mejor postor. A nadie le interesa que salgan a relucir.Quiere un pacto, dinero y una vida tranquila. No contará jamás nada. Pero a cambio quiere que le garanticen el futuro. Y si no....que se atengan a las consecuencias. Es un órdago a la principal institución de este país. La vida de Torres no valdría nada en otras latitudes. Aquí aún no sabemos jugar con la muerte con tanta elegancia. Pero salvar esta situación requiere violentar por un lado o por otro el estado de derecho, la justicia. Sigo impaciente el curso de los acontecimientos. Quiero saber de que manera se enjugara este profundo desaguisado que ya se ha llevado por delante el prestigio de tantas cosas y de tantos nombres.
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Parece que desafortunadamente se esta cumpliendo lo que vaticinó el autor -en el primer comentario que hizo- sobre tan desagradable tema...
ResponderEliminarEsperemos que haya equidad en el reparto de culpas...
Y las de cosas que han pasado desde que escribiste esto....y estamos igual, exactamente igual, más nombres, más enredos, pero todos en sus casitas (claro que levemente más delgados...)
ResponderEliminarMe pregunto si algún día se hará verdadera justicia con todo este tema que por lo menos a mi, me da naúseas.