jueves, 15 de mayo de 2014

LECCIONES DE UN ASESINATO

 En la España del siglo XXI suceden crímenes del siglo XIX. Es como si a una parte de la sociedad se le hubiese parado el reloj histórico de la evolución. En la España del siglo XXI las instituciones son feudos cerrados pilotados por figuras que acaparan poder, riquezas, sueldos y capacidad de decisión, sin que funcionen muy bien los controles democráticos, tanto de los partidos como de las propias instituciones. En la España del siglo XXI aún funcionan los enchufes, el dedo, las simpatías personales y en doble dirección. No basta con estar formado hay que ser de....para determinados puestos. En la España del siglo XXI los partidos se comportan como organizaciones caciquiles, con señores feudales como jefes supremo de la tribu a los que los demás deben pleitesía y lealtad si quieren seguir comiendo.
En la España del siglo XXI los alcaldes callan, las corporaciones se resignan, las gentes tragan para ver si el mandamás de turno  suelta algo de dinero público. En la España del siglo XXI se siguen vertiendo mentiras sobre la función pública y se presenta como sacrificio hacía los demás lo que no es sino enriquecimiento personal y ansias de poder. En la España del siglo XXI los ciudadanos no alcanzan esta categoría, sólo la de súbditos dispuestos a obedecer. En la España del siglo XXI los partidos optan por figuras de corte autoritario que prolongan la sensación espantosa de que este país tiene una maldición histórica que le aboca siempre a la dictadura, a lo rancio, al nepotismo. En la España del siglo XXI los crímenes se fraguan entre madre e hija, como alternativa a una justicia que recapacita demasiado tarde y que presenta síntomas  evidentes de descomposición y clientelismo. En la España del siglo XXI, el asesinato, el cainismo están aún demasiados presentes en el inconsciente colectivo como fórmula para resolver cuestiones cuando caemos en desgracia ante "nuestro protector". En la España del siglo XXI aún tenemos que estar bajo el paraguas de la protección de alguien si se quiere prosperar.  En la España del siglo XXI suceden crímenes surrealistas  como lo es el hecho de que la esposa y la hija de un comisario de policía se comporten como delincuentes profesionales para la ejecución de un asesinato. En la España del siglo XXI las instituciones locales siguen teniendo un aire de coto cerrado, de falta de transparencia y de servilismo excesivos.

AVISO: Condeno toda forma de violencia. Condeno toda forma de tomar la justicia por tu propia mano. Me repugna el asesinato y estoy siempre a favor de la vida. No hay justificación posible para la muerte de nadie. Mejor, cambiar el estado de cosas que facilitan estas tragedias.

domingo, 6 de abril de 2014

GRACIAS BUROCRACIA.

Erase una vez una periodista que cansada de la profesión y atendiendo a una antigua pero viva vocación decidió dedicarse a la enseñanza. Para ello, realizó el trámite administrativo correspondiente. Se matriculó en la Universidad pública de Almería y cursó el CAP, curso de aptitud pedagógica, un requisito para poder dar clases a alumnos de secundaria. Guiada por las buenas vibraciones que le deparó la realización de este curso, se presentó a las oposiciones convocadas por la Junta de Andalucía como profesora de lengua y de literatura. Consiguió aprobarlas, pero su nota no fue suficiente como para acceder directamente a una plaza, así que quedó suscrita a eso que se llama bolsa de trabajo, a la espera de que corriera su turno.
Por avatares diversos de la vida, nuestra periodista de desplazó a vivir a la comunidad de Madrid. Y, como la situación, era un poco agobiante, empezó a repartir su currículum en todos lados. Para no quedarse quieta y con el ánimo de ser útil a los demás, se ofreció como profesora en las clases de apoyo a niños inmigrantes de su pequeña localidad. Fue aceptada de plano. Asimismo la Cruz Roja la fichó para sus clases de apoyo en otro pueblo de la sierra. Durante más de un año estuvo dando clases a los demás de forma desinteresada. Pero, por fin, un día le llamaron de un colegio. Le ofrecieron sustituir durante cuatro meses a una profesora de lengua que iba a dar a luz. Su currículum les pareció brillante.
Todo fue felicidad para nuestra periodista. Rápidamente se organizó y ofreció lo mejor de si misma para hacer comprender la dichosa lengua a los alumnos. En el colegio todo eran parabienes.
Un día llegó una inspectora de educación, una especie de madrastra de la enseñanza. La felicidad se volvió preocupación.
.- No nos fiamos de los periodistas en la enseñanza. Esta profesora que tienen  no está capacitada para dar clases a los alumnos. Ustedes verán lo que hacen, pero la consejería no va a pagar ni un duro por la sustitución de la maternidad. 
El director del centro intentó hacerla comprender a esa buena señora que si estaba capacitada. Era licenciada, tenía el CAP y había aprobado las oposiciones en Andalucía. No le bastó. 
.- ¡que recurra, mi decisión¡ Y ya veremos. 
Nuestra periodista se movió rápido. Envió un requerimiento a la consejería de educación de Andalucía para que certificaran que había aprobado las oposiciones, que se encontraba en la lista de espera como profesora de lengua y literatura y que certificara su aptitud para dar clases a secundaria.
Prodigiosamente la consejería de educación se movió rápido. No sólo certificó todo lo anterior, sino que también constató que nuestra periodista era profesora de lengua y de literatura.
Un alivio. Con los papeles en regla, se hizo un recurso. Sólo era cuestión de esperar a que la comunidad de MADRID, diera por válida la certificación de la comunidad andaluza. Ya se sabe, en España no puede haber discriminación de ningún tipo y la constitución garantiza nuestros derechos en todas las partes del territorio nacional. 
Pero fueron pasando los días. Y la madrastra de la enseñanza no daba señales de vida. Se cumplían ya los cuatro meses de baja. La profesora que había dado a luz decidió prolongar la baja un año para atender a su pequeño. Nuestra periodista se impacientaba. El director del colegio también. En la decisión de la inspectora estaba el renovarla un año o no. 
Llegó el maldito día no deseado.  A nuestra periodista la llamaron a secretaria. Su carta de despido estaba sobre la mesa. No podían hacer nada. El director no podía consentir tal injusticia, así que descolgó el teléfono y llamó a la madrastra de la enseñanza. 
.- La administración no tiene plazo para responder. Si la contratáis os arriesgáis a no ver ni un duro. Vosotros sabréis. 
Eso fue todo lo que pudo sacar de ella. 
- No nos podemos arriesgar, dijo el director. Lo siento mucho.
Así fue como nuestra periodista fue despedida del colegio. Su magnifico sueldo era de 320 euros al mes, a los que hay que restar 90 euros que invertía en transporte. Es decir, 220 euros. 
Eso es vocación. 
POSDATA: Gracias querida burocracia, por ejecutar tan bien vuestro papel. En un contexto de crisis como el actual, con trabajos remunerados sin dignidad, encima os atreváis a poner más obstáculos, en un asunto que además atenta contra la constitución. El día que la burocracia esté al servicio del ciudadano y le facilite las cosas, y no sea una carrera de obstáculos habrá por fin entrado de pleno la democracia en la vida pública de nuestro país.

domingo, 16 de febrero de 2014

NI VENCEDORES NI VENCIDOS

La consigna de vencedores y vencidos en el final de ETA me parece que va en dirección contraria a lo que ha sido la lucha antiterrorista  durante tantos años y que tanto sufrimiento ha ocasionado a la sociedad española. Sin duda, uno de los grandes logros de esta lucha fue el intentar reducir sus efectos, conservando siempre su dimensión policial, desistiendo de la intervención del ejército y considerando que no estábamos en guerra con el País vasco, sino en lucha contra una minoría que usaba la violencia  y justificaba los crímenes políticos. Se da la paradoja que mientras ETA asesinaba y actuaba con demasiada temeridad, los vascos iban recobrando sus instituciones, su gobierno y sus derechos históricos. Esa combinación de lucha sin tregua contra el terrorismo por un lado y normalidad política, por otro, ha sido sin duda un factor determinante para el debilitamiento de las expectativas de la organización  terrorista. Dentro del estado español siempre han existido aquellos que creían que esto se solucionaba con el ejército y la suspensión de la autonomía. Hubiese sido un craso error. Afortunadamente el estado nunca cedió a esas voces "patrioteras" que nos hubiesen llevado al despeñadero.
Hoy nos encontramos ante el final de la organización terrorista. Llegar hasta aquí ha supuesto mucho sufrimiento, especialmente para los familiares de las  víctimas, en su mayoría, miembros de las fuerzas de seguridad del estado. Desde la desaparición de los GAL, en el año 87, un último intento del estado de acabar con ETA por medios ilegales, las cosas se hicieron razonablemente bien. Se activaron las unidades de inteligencia, se delimitaron las detenciones a la presentación de pruebas ante los jueces, se buscó la colaboración internacional, sobre todo con los franceses y los americanos, se desarrolló la tecnología policial, y se sentaron las bases para una lucha policial que en términos generales ha constituido un gran éxito para el estado democrático. El paso al frente dado por la sociedad civil, asqueada de tanto asesinato inútil, constituyó otra de las grandes bazas de este triunfo democrático.
Nadie, pues, debería arrogarse el éxito de esta lucha. Ha sido, esta vez, sí, una apuesta colectiva.
Tampoco hay que desdeñar el papel jugado por la propia izquierda abertzale. Por compasión, por asco, o por oportunismo político, ella también ha contribuido sin duda a acelerar el proceso de la desaparición de ETA.
Ahora se trata de administrar la paz, de administrar el final de esta dolorosa pesadilla que arranca desde el franquismo. ETA se ha acabado, aunque aún falte la ceremonia final,  y con ella todos esos tics con los que la sociedad española desayunaba todos los días. Nadie puede seguir viviendo del pasado, seguir mirando las cosas o la realidad como si nada hubiese cambiado. Las cosas cambian, los fenómenos sociales mueren y nacen otros. No se trata de olvidar. Se trata de mirar hacia adelante. Se trata de superar esta frontera de odio que aún ciega a tantos por ambos lados. Y para cumplir estos objetivos hacen falta dirigentes a la altura, que olviden  el lenguaje arcaico de los años ya pasados.
Las víctimas están en su derecho de exigir justicia, de que no haya impunidad, de que los asesinos de sus familiares  cumplan integras sus condenas. Pero también deben comprender que hemos llegado al final, que toda esta pesadilla se acaba para todos y que la venganza por encima de todo no ha servido nunca para superar un conflicto de esta naturaleza. Ya no hay muertos en las calles por defender la democracia. Ese es nuestro verdadero triunfo.
Quienes reclaman vencedores y vencidos nos traen de nuevo la idea de la guerra. No ha existido tal guerra. Las fuerzas de seguridad han bastado para acabar con una organización que degeneró en una especie de mafia. Los asesinos que salgan de las cárceles no son soldados heridos en el campo de batalla. Son individuos que mataron a traición, con cobardía, denigrando a la sociedad vasca a la que decían representar. Si toda esa locura colectiva ha acabado ya, bienvenido sea su fin. .Si es posible buscar una salida con generosidad  y sin impunidad,  para sentar las bases de un futuro mejor, bienvenida sea también.

Seguidores

Buscar este blog