Nos quedamos en silencio. Una nueva ladera de mentiras. Un nuevo cadáver nos aguarda. Alejandra, 17 años. La edad de la eterna adolescente, de la hija adolescente. Nunca más se irá.
A priori un asesinato, un homicidio. Tal vez, después de lavado el rostro del barro, un accidente. Me inquieta un teléfono móvil inmóvil, una linterna en la oscuridad, la niebla, una botella de agua. Todo al lado de su casa. Demasiado extraño. Dos jóvenes drogadictos, un coche marcha atrás huyendo hacía ningún lado. Me cansan los sucesos. Dice una vecina que vio un cuerpo como si fuera una muñeca, tendido en el barro. Falta una falda escocesa. Falta la vida. ¿Quien te llevó allí Alejandra? Es la pregunta. No hay respuesta. Pero la habrá. Nunca será cierta del todo porque las respuestas eluden los enigmas. La investigación no concatena nada mas que lo verosímil. Ir a la niebla. ¿por qué? La niebla es el sudor de los muertos. Ojalá no hubieses ido nunca.
jueves, 3 de diciembre de 2009
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