Las imágenes de un Gadafi ensangrentado, viejo y cansado, pidiendo clemencia a sus captores me hacen pensar en otras escenas de la historia similares en las que las turbas de vencedores persiguen y asesinan a sus odiados enemigos sin ningún tipo de compasión. Entonces - me refiero a siglos atrás- los soldados o los combatientes no disponían de cámaras en sus teléfonos móviles, ni tan siquiera teléfonos, pero las sensaciones debieron ser muy parecidas. Una muchedumbre fanatizada que no respeta al caído, que se ensaña con él y lo descuartiza ante los ojos de la plebe. Viendo esas imágenes uno no puede dejar de sentir repugnancia por la guerra, por la violencia, en cierto modo por el ser humano, capaz siempre de lo peor. Las colas que se forman para ver al tirano en su ataúd me sobrecogen. No llego a comprender que satisfacción puede tener cualquier ser humano ante la quietud de la muerte, ante el muñeco de cera ya inánime que descansa para siempre. Ya sabemos que Gadafi fue un tirano de la peor especie cuando así lo quiso decretar occidente. Antes de ese decreto, resultaba hasta pintoresco, con sus jaimas y su guardia de mujeres...-por cierto, ¿que habrá sido de ellas?- Se reunía con mandatarios occidentales, depositaba su dinero en bancos europeos y americanos, hacía negocios con las petroleras y grandes empresas...Nadie murmuraba. El siempre extraño atentado de Lockerbie fue un punto oscuro en su vida política, pero Tony Blair le redimió de ese "pequeño pecado de juventud". Gobernaba un país mediterráneo pero con un pequeño privilegio: su territorio estaba lleno de petróleo y, por lo tanto, era terreno codiciado por occidente. Aún es pronto para saber cómo surgió la llamada "primavera árabe". La mecha se prendió en Túnez, se trasladó a Egipto y explotó en Libia. Otros países como Siria, o Yemen, donde la represión ha sido brutal contra la población parecen estar inmunizados por la comunidad internacional. Nadie les envía aviones espía para destruirlos. Pero en Libia, si. En Libia, entró la OTAN, La ONU, todo occidente en pleno. Se me escapan las razones. Si fuera por no consentir la violencia contra la población, tendrían motivos suficientes para invadir gran parte de los países del planeta.
Gadafi fue sin duda un tirano, también un hombre que se hizo multimillonario a costa del petróleo.Vivía como un faraón en medio de un pueblo - absolutamente atomizado-que no lograba disfrutar de los beneficios del oro negro. Pero, desde la izquierda, o al menos desde cierta izquierda no oficialista, siempre se le vio con algún tipo de simpatía. Sería su rostro o tal vez sus trajes de ilustre beduino,sería su personaje, su distorsión frente a occidente. Combatió hasta el final. No se dio por vencido hasta que le capturó la OTAN y se lo entregó a las muchedumbres fanatizadas y dolidas. Dicen que van a abrir una investigación..(ja, ja , ja) Yo creo que la salud mental de los ciudadanos occidentales está muy deteriorada. Ya no sabemos a que atenernos. Ayer era un respetable jefe de estado, hoy un sátrapa recibiendo la venganza justiciera de su pueblo, apoyado por occidente, el mismo occidente que no hace tanto tiempo colaboró con sus servicios secretos para reprimir al islamismo radical. ¿quien maneja los hilos del mundo? No sé si todo es casualidad o simplemente causalidad. Cada vez tengo mas incertidumbres en esta gloriosa época de la información.
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Tiranos/dictadores/malvados en grado superlativo siempre ha habido -espero que vaya a la baja-.Que Occidente lo haya tenido de aliado dice poco a favor de nuetra política internacional, aunque finalmente lo apartó de su lado. Dejesmoslo ahí.
ResponderEliminarLa diferncia que hay con el pasado reciente, es que ahora los malvados patológicos, estan mal vistos socialmente, son rechazados por todos. No gozan de los mismos privilegios que tenían tiempo atrás. Esto nos indica, que, aunque no lo parezca, los seres emocionles/racionales somos cada vez mejores, somos humanos, y no es casualidad que nos llamemos así. Aunque cueste creerlo cuando suceden muertes tan crueles como la que ha padecido Gadafi por muy monstruoso que haya sido.
Todos tenemos derecho a una muerte digna, es una de las conquistas de nuestro siglo. La muerte nos iguala a todos, como decía J. Manrique. No tiene justificaión lo sucedido a Gadafi y está claro que si somos capaces de lo peor como ha quedado demostrado históricamente. Sin embargo, aunque cueste creerlo -insisto- dice/demuestra Steven Pinker -un eminente psicólogo y dicen que una de las mentes más brillantes de la comunidad científica internacional- que la agresividad está desapareciendo del comportamiento humano. Contra todo pronóstico, estan disminuyendo a nivel planetario los índices de violencia y aumentando los de altruismo. Somos cada vez más mansos, aunque parezca lo contrario y cueste creerlo -insisto- por las creencias tan profundamente arraigadas que tenemos en sentido contrario y nos resulte tan difícil de creer -insisto-, pero aún así-. Pinker da argumentos demostrados de peso. Es una novedad de nuestro siglo que hay que extender para derribar la vieja creencia de que el mal en el ser humano es superior al bien pues no es así. "Pese a todo en el hombre hay más cosas dignas de admiración que desprecio" dice Albert Camus y parece que el tiempo le está dando la razón.