sábado, 8 de octubre de 2011

DE LA PREHISTORIA AL PLÁSTICO.

Tal vez lo mas impresionante de todo sea constatar que ese paisaje ha permanecido intacto desde hace mas de treinta mil años, fecha ,en la que según algunos expertos, hay que situar las pinturas rupestres de La Mela.
Aún parecen divagar las sombras de aquellos seres camino de esa especie de santuario natural formado por rocas que todavía conservan en su interior los restos de su transformación marina en montañas sacudidas por la tierra. El viento que azota las laderas del camino, formando una especie de cañón, parece susurrar aquellas antiguas palabras aún por formar en el intelecto humano, silabas silenciosas, arpegios de los mares que se quedaron anclados en el misterio de esa prodigiosa mutación del agua a la piedra, a las flores, a los árboles. No es difícil transformarse, desproveernos de tantos siglos de cultura y volver sólo a luz, a la energía, al silencio, a la comunión misteriosa con la tierra que nos acoge como especie. Si pudiéramos hacer un recorrido mental de estos últimos treinta mil años veríamos cuan cerca estamos aún de lo que fuimos buscando respuestas a los enigmas de la naturaleza, de la vida, sin poder hallarlas, prácticamente igual que ahora, aunque mas aturdidos por los excesos y las abyecciones de nosotros mismos como especie. Por eso es tan saludable volver a los orígenes, comprender los trazos ingenuos de unas pinturas que constituyen en si mismos respuestas veladas a los grandes enigmas planteados desde siempre por el hombre, pero con la ventaja adicional de que allí estamos solos, sin ordenadores, vehículos, televisiones o mercados. Si uno quiere hacer un auténtico viaje puede dejarse llevar a la desnudez de los tiempos, relacionarse de nuevo con su entorno, comprender la soledad de nuestra especie perdida en los barrancos inaccesibles, al abrigo de las cuevas, oyendo el canto de todas las aves, los armónicos del viento, los gruñidos de los peligros, punto en el que muchos sitúan la profundidad alcanzada por la música en el ser humano. Si, no es malo este turismo prehistórico si nos recompone con nosotros mismos y nos devuelve a la naturaleza, olvidandonos durante unos instantes de la identidad social que nos embarga y que acaba por devorarnos. El misterioso calendario de la Mela me recuerda que aún estamos en la víspera de todo lo que seremos. Y también me recuerda que algo es preciso cambiar en el devenir de esta aventura humana dado que cada vez  somos mas incapaces de comprender el misterio que nos rodea. Será cuestión de poetas o de artistas.
Volviendo a la realidad, desde las lomas altas de la Mela divisé el paisaje intacto que aún se adivina en todo Sorbas. Hace millones de años este pueblo formaba parte del mar. No es difícil intuir aún  como las aguas fueron retrocediendo hasta Mojacar. Pero hay algo que me preocupa. Empiezan a aparecer en el fastuoso paisaje limpio y profundo, los invernaderos de plástico. Aún son pocos pero ya dañan las retinas.
Me pregunto si a los responsables políticos no les dañará la vista consentir que esos cultivos se vayan adueñando de un paisaje que perteneció al mar y que ahora debe ser conservado como patrimonio para todas las futuras generaciones. Si nos lo cargamos, también nos cargamos las emociones de todos nuestros ancestros. Basta ya de jugar con todo lo que nos pertenece como especie.

1 comentario:

  1. Es fantástico visitar lugares/cuevas para ver de cerca como vivían nuestros ancestros en este caso los de treinta mil años atrás. Es un viaje al pasado imaginario y en este sentido el autor del comentario y su admirable capacidad metafórica consigue, una vez más, trasladarnos al lugar de tal manera que parece que estemos allí o mejor.
    Por otra parte, no comparto la idea -tan común, tengo que añadir- que las respuestas a los enigmas de la naturaleza... Sean prácticamente iguales a las de entonces o que cada vez somos más incapaces de comprender el misterio que nos rodea. No es asi. Se han dado pasos de gigante casi en todo. Es verdad, que no obtendremos todas las respuestas a las grandes preguntas y en este sentido Heisenberg estuvo muy acertado con su principio de incertidumbre, pero tambien es verdad que ahora algunas respuestas han pasado de ser un misterio a entrar en el camino de poder ser explicadas. Ahora las preguntas son de otra manera. Se pregunta mejor -que no es poco-.
    Personalmente pienso que he tenido suerte de nacer en este tiempo y de ser occidental por razones obvias.
    Montaigne, escribió que los seres humanos casi nunca habitan de verdad en el tiempo presente, porque unas veces están perdidos en la añoranza o en el remordimiento o la queja del pasado y otras, en el miedo o en el deseo del porvenir.
    Es fundamental/necesario intentar entender/comprender a nuestros antepasados para aprender/desaprender de ellos sin duda... Pero viviendo plenamente en el presente, poniendo nuestro cinco sentidos en lo que estemos haciendo...

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