Una de las ventajas de la crisis es que va acabar con la corrupción. Como ya no hay dinero, el estado está en quiebra, tendrán que ingeniárselas muy bien para meter la mano- a lo que tanto están acostumbrados- dónde ya no queda nada. No dudo que alguien consiga rascar algo pero con la que está cayendo lo tendrá que hacer muy bien. El panorama del país no puede ser mas desolador y lamento no poder ser algo mas optimista en este aspecto. Cuando uno destripa las entrañas del llamado caso Urdangarin se queda anonadado de cómo funciona este país. El dinero público -ese que con tanto sudor nos quitan a usted y a mi todos los santos días y meses del año- es utilizado por nuestros gobernantes como si fuera suyo. ¿a santo de qué tiene que pagar un ayuntamiento por un proyecto ficticio aunque venga avalado por el yerno del rey? Suena como a impuesto, impuesto de imponer. No dudo de la lealtad hacia la corona de todos nuestros políticos. Pero de ahí a decir amén y soltar la mosca, media un abismo. En cierto modo eso refleja el estado de mediocridad, servilismo y corrupción en el que estamos inmersos. Nadie pregunta, nadie se mosquea por escritos de chichinabo, por informes ridículos, por gestiones infructuosas, por gastos desmedidos, nadie dice no. Y mientras tanto el dinero se trasvasa de las arcas públicas al bolsillo privado y venga palacetes, mansiones y demás mandangas. Ahora bien, a veces me pregunto para qué sirven los servicios secretos de este país. Se supone que alguien tan , digamoslo de esta manera, "sensible" para la imagen de la corona, como el yerno del rey, debe tener algún tipo de asesoramiento, o de control cuando la cosa se empieza a desmadrar. Si Urdangarin es capaz de poner en riesgo la imagen de la corona alguien del entorno de los servicios secretos, de la casa real o de los cuerpos de seguridad tendría que haber alertado de lo que pasaba. ¿o también lo consideraban normal? ¿Nadie en la casa real era consciente de lo bien que le iban los negocios a Urdangarin? ¿Se puede construir uno un palacete de la noche a la mañana por valor de seis millones sin levantar sospechas o por lo menos preguntas? No sé por qué la infanta y Urdangarin decidieron hace unos años poner pies en polvorosa y marcharse a Estados Unidos. Pero tal vez ahora todo tiene una explicación. La pregunta que me viene a la cabeza una y otra vez es ¿por qué? que es una pregunta que ha vuelto a universalizar Mourinho.
¿Por qué? ¿es que no tenían suficiente, no tenían ya suficientes privilegios, prebendas, posición, lujos, despilfarro? ¿por qué mas? No sé si al final veremos la otra cara de todo esto, es decir, Urdangarin sentado en el banquillo, respondiendo a la justicia. En todo caso, la papeleta es complicada. Y se quiera o no, el daño está hecho porque llueve sobre mojado y porque en este país nadie se ha atrevido nunca a contar los negocios del rey y todos los demás escándalos tapados por todos aquellos que sirven de corta fuegos a la monarquía. Aquí somos mas papistas que el papá y hay un velo de silencio que cubre toda la actividad real. Sólo se pueden hablar bondades, reír gracias y exaltar el patriotismo. Somos, seguimos siendo, demasiado arcaicos, demasiado decimonónicos, demasiado cobardes. Ya no pesa sobre nosotros el ruido de los sables, ahora es el de los mercados, pero aún así hay miedo a ejercer la crítica sana. Si Urdangarin y la infanta se fueron hace dos años a vivir a Washington este escándalo, me barrunto, lleva encima de la mesa del rey igual cantidad de tiempo o más. Si se ha destapado es porque no han podido pararlo y estoy intrigado por saber como se resolverá. Mientras el país se prepara -.día si, día también nos lo anuncian- a una oleada de recortes, la justicia camina lenta buscando donde fue a parar el dinero detraído de las arcas públicas. No lo encontrarán. La maraña societaria urdida acabará por aburrir a los funcionarios de turno. Se perderá la pista en algún paraíso fiscal. Y para fiscal, el fiscal general del estado, que ha dicho que la justicia es igual para todos. Si uno tiene que pronunciar esa frase, malo. Pero es que además no es cierta. Otro, en las mismas circunstancias, ya hubiese sido citado a declarar cuando menos. Nuestro Urdangarin ha tenido tiempo de preparar toda su estrategia. Ya digo, al menos, dos años. Y mientras tanto todos nosotros apechugaremos con lo que nos digan nuestros estimados políticos que , ya digo, sólo anuncian restricciones para la gente, para los sueldos, para la sanidad, la educación, etc. ¿por qué se aferrarán tanto al poder si solo traen malas noticias al pueblo? ¡Ah¡ entiendo. Lo del pueblo es para los tontos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Completamente de acuerdo con todo.
ResponderEliminarLa manera de contarlo es es interesante y amena