domingo, 25 de octubre de 2009

EL PIRATA QUE NO TENÍA EDAD

Una mañana de otoño de aquel año de 17... en aquellos mares lejanos que patrullaban las embarcaciones de su majestad el rey en alianza con otras cortes europeas el joven somalí Abdu Willy fue interceptado cuando surcaba los mares en una nave artesanal tras haber abandonado un barco pesquero en el que otros compinches suyos retenían a 37 marineros que expoliaban la riqueza de sus mares, según afirmaban, sin compasión ni crédito alguno hacia la empobrecida población...Aquellos pueblos bárbaros eran muy pobres. No tenían ni estado. Y cada uno hacía en sus aguas lo que quería. Los 37 marineros retenidos por los piratas somalíes tampoco eran culpables de nada. Sólo de tener que trabajar.
Cuando los marinos de su majestad vieron al joven en aquella barquita no dudaron en ir tras él y apresarle. Pronto surgieron las primeras dudas. No se entendía nada de lo que decía. El tono de su voz era áspero y suave a la vez. Su cuerpo parecía el de un viejo o el de un niño dependiendo de como se le contemplase. Su mirada escupía odio e inocencia alternativamente con cada ojo. Desconcertados los marineros de su majestad le enfundaron en un saco blanco de los que se usaban para almacenar provisiones para aíslarle del mundo, para que nadie tuviera contacto con él . Para ellos estaba claro que era un peligroso pirata poseído por la brujería y hechicería de pueblos tan atrasados. Pero nadie se atrevía a tomar una decisión, ni sabía bien que hacer con aquel somalí. Pasados unos días el capitán del navío ordenó su vuelta a la península y someter el caso a expertos juristas y reputados doctores en derecho.
La llegada del joven pirata despertó mucha curiosidad en la Corte. Una vez despojado de su traje-celda el pirata parecía un niño. Pero las voces mas duras del reino insistieron en que detrás de esa apariencia infantil , conseguida a través de artes de brujería , se escondía uno de los mas peligrosos bucaneros del Indico, que secuestraba barcos, exigía rescates, maltrataba a sus víctimas y no dudaba en matar si las cosas se torcían. Se armó una buena polémica. Los jueces, temerosos de equivocarse en su veredicto, llamaron a prestigiosos médicos para que lograran determinar la edad exacta del joven pirata. El somalí fue examinado concienzudamente por varios galenos de distintas universidades que le extrajeron sangre, orina, trozos de piel; le midieron una y otra vez los huesos, la nariz, los genitales ..sin llegar a una conclusión unánime.No se podía determinar con certeza la edad del pirata. Como en todos los casos de ciencia unos sostenían una cosa y otros lo contrario. Incluso hay quien llegó a decir que podía ser un bebé somalí, pues en aquellas tierras los niños ya nacen viejos y del revés.
Ante la duda de no saber que hacer y dado que el caso había trascendido a la opinión pública, un cronista de la época se desplazó a Somalia en busca de sus padres. Anduvo y anduvo hasta que en una aldea pequeña alguien le dio razón del paradero de su madre. Allí ella le contó que su hijo era un niño, pero que desde que nació había vivido guerras, pobreza, hambre, malos tratos, exilios, abandonos, que había convivido tan cerca de la muerte que sus ojos ya parecían tener siglos y que en realidad, desde que nació había perdido la edad. Nunca tuvo edad de colegio, de juego, de abrazos. Sólo de trabajo, golpes y terror. Ella no sabía nada de él desde hacía años cuando le secuestraron los señores de la guerra. Y se quejaba amargamente de que ahora que había caído preso en manos de un país civilizado nadie se hubiese puesto en contacto con ella para que pudiera saber de su pequeño hijo.
Mientras tanto, el joven somalí preso en la corte europea no daba crédito a lo que estaba viviendo. Le acusaban de pirata, de malhechor, y , sin embargo, le trataban mejor que la vida le había tratado nunca. Comía todos los días, se lavaba con agua limpia, tenía una habitación con una cama y un escritorio para él. Todo el mundo se mostraba muy comprensivo con su persona, recibía regalos. Si este es el castigo por ser pirata, nada malo he debido de hacer, anotó en uno de sus cuadernos.
Aunque a veces se quedaba mirando por la ventana de su moderna celda y echaba algo de menos. Algo que es mas grande, según el pensaba, que todas las necesidades juntas: la libertad.
Por fin llegó el día del gran veredicto. La corte suprema convocó al joven sin edad para notificar su resolución. Según la sentencia de los doctos juristas, el joven somalí ya había recuperado la edad. El paso por Europa se la había devuelto según marcan las sabias y doctas leyes y además le había otorgado una identidad definitiva. No sólo eso. A ojos de este lado del mundo, el joven somalí era un peligroso pirata. Por eso le iban a restituir la edad en años de cárcel. Jamás volvería a ver el mar.
Mientras en el Indico, los marinos españoles capturados por otros piratas negociaron su liberación a base de dinero. Todos cogieron su parte y se evaporaron. Abdu Willy quedó preso en las cárceles de aquella corte europea. Nadie pudo pagar su rescate. Pero por fín Europa se quedó tranquila: el joven somalí ya tenía edad.

1 comentario:

  1. La solución para conocer la verdadera edad del pirata la encontramos en este artículo, http://ceroizquierda.blogspot.com
    esperemos que tomen nota a tiempo y la pongan en práctica los jueces, si no seremos el hazmerreír del mundo.

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