Del nuevo caso de carroñería política, la operación Pretoria, me sorprenden mucho las costumbres del alcalde detenido, Bartomeu Muñoz, socialista. Resulta que este señor era alcalde de una ciudad obrera pero él vivía en una zona residencial y exquisita de Barcelona. Se trasladaba todas las mañanas en su mercedes a trabajar, pero cuando llegaba al pueblo lo aparcaba en las afueras y le venía a buscar un coche municipal. Me imagino lo duro que tendría que ser para él vivir esas dos realidades, aunque el trago se debía de pasar pronto. Una vez en el ayuntamiento la moqueta y los grandes cortinajes de su despacho le tenían que devolver a su mundo natural.- El contacto con los vecinos y con la problemática de las gentes era prácticamente inexistente. Bueno, al fin y al cabo, tenía unos cuantos concejales para hacer esa labor. A el sólo le interesaban los constructores, los notarios, los bancos, en fin, los lugares donde uno puede prosperar, aunque en su caso un poco mas, pues ya debía de saber gracias a su padre franquista lo que era ser alcalde de Santa Coloma. El chico salió un poco rebelde y con 18 años se afilió al partido socialista. Eso sí que es tener visión de futuro.
Pero aún me sorprende mas que a sus compañeros socialistas no se les cayeran los palos del sombrajo. Yo me imagino a Bartomeu en las elecciones municipales dando mítines, hablando al pueblo, soltando esas hermosas parrafadas para estúpidos- que así suelen tratar a la gente- prometiéndoles el oro y el moro y levantando el puño o la mano, no se sabe bien, en plena euforia electoral. Algo debe de tener este chico que se lleva al pueblo de calle. Dos victorias electorales. Luego importa poco que no viva en el pueblo, que se desplace en mercedes y lo aparque ocultándolo, que no se tome un chato en alguna taberna de barrio, que en realidad el pueblo le importe un pimiento y que no se vuelva a acordar de él hasta las próximas elecciones. En el partido todos a callar y el alcalde a sus negocios. Se han ganado las elecciones. Eso es lo que importa.
En fin, ha tenido que ser el juez Garzón el que siguiendo el hilo de Ariadna de las islas Jersey, por un asunto distinto, - el chiringuito financiero de los ejecutivos del BBVA en un paraíso fiscal , asunto nunca aclarado del todo...- ha llegado a esa extraña unión de convergentes y socialistas en pos de la corrupción. Parece que todos lavaban el dinero en el mismo paraíso. Da igual. Hay para todos.
miércoles, 28 de octubre de 2009
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